La intencionalidad de los
autores al crear este texto es dar a conocer algunos resultados de una
experiencia innovadora que realizaron a
través de un proyecto titulado SMILE, específicamente en centros escolares de
Turquía y Portugal, dando a conocer el análisis de las relaciones que se
establecen entorno a los alumnos sordos en el ámbito escolar y el papel de los
signos en su integración de los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Este proyecto
pretende dar algunas respuestas innovadoras que orienten y de solución a esta
situación de realidad educativa y social. Es por ello que quiero dar a conocer
que a lo largo de la historia se han hecho debates en torno a la educación de
alumnos sordos, en los últimos años las investigaciones realizadas desde la
lingüística, la psicolingüística, la sociología y la psicopedagogía, han
provocado un fuerte cambio frente a esa concepción, que nos está llevando de
una perspectiva clínica-terapéutica de la sordera, basada en los déficits,
hacia una concepción sociológica, basada en las capacidades.
De acuerdo a lo
anterior es importante resaltar que en ámbito escolar, el contexto que influye
directamente es el familiar, pues como se menciona en el texto los padres
oyentes tienen la ventaja de diversidad en la que los niños enriquecen su
lenguaje oral, pero el inconveniente es que algunos de estos padres adquieren
el lenguaje de señas al mismo tiempo que sus hijos, lo que dificulta la práctica
comunicativa pues existen pocos cursos de formación específicos para ello.
Se hace necesario
destacar que en las relaciones interpersonales con otros alumnos oyentes,
predominan más amistades con el alumnado sordo que con el alumnado oyente, sin
que esto deba interpretarse como un motivo de aislamiento social. Se hace
necesario destacar que en las relaciones interpersonales con otros alumnos
oyentes, predominan más amistades con el alumnado sordo que con el alumnado
oyente, sin que esto deba interpretarse como un motivo de aislamiento social.
La
formación del profesorado constituye otro de los indicadores fundamentales para
la construcción de cuelas inclusivas. La formación de los profesores debería
plantearse como un proceso de aprendizaje que acompañe al profesor en los
distintos momentos de su carrera profesional y que le ayude a plantearse nuevos
retos y metas a partir del análisis y reflexión personal (Beattie, 2000); lo
cual debería de conducir a una estrecha colaboración entre la universidad y la
escuela, donde los resultados de la investigación se incorporen en la práctica
y donde se investiguen cuestiones de la práctica educativa que sean un reto
para los profesores. De forma más concreta, en la formación de maestros de
alumnos sordos se deberían de introducir discursos que faciliten la
comprensión, comunicación y relación entre estos profesionales y los alumnos
sordos, ofreciendo no sólo una visión clínico-terapéutica sino también una
perspectiva social y cultural sobre quiénes cómo son los alumnos sordos.
En
algunas propuestas de formación inicial de maestros de alumnos sordos
(Gascón-Ramos, 2006) se plantea que un número significativo de créditos de su
formación sea impartido por profesionales sordos que cuestionasen su visión
sobre las personas sordas y sobre la capacidad de la lengua de signos para
transmitir complejas ideas abstractas y para entrar en contacto de primera mano
con la pedagogía sorda, que será fundamental para conectar con sus alumnos una
vez en las aulas. Además,también se propone como parte fundamental de esta
formación universitaria la estancia en espacios de la comunidad sorda que
ofrezcan la posibilidad de aprender formalmente la lengua de signos.
Finalmente, en esta propuesta y en relación a la formación permanente del
profesorado se plantea la necesidad de buscar espacios para la reflexión que permitan
a los profesores profundizar sobre sus experiencias de enseñanza con niños
sordos.
Con lo visto anterior
mente se hace necesario que todos estos indicadores puedan ser aplicados y los
dilemas que generan puedan ser resueltos es necesario que exista una
“disposición” por parte de la comunidad educativa, pero sobre todo del claustro de profesores, para
analizar o someter a revisión sus propios procesos de toma de decisiones así
como los valores y principios desde los que se abordan. Sin esta actitud
compartida de indagación crítica, en la que es importante asumir que todos los
miembros de la comunidad educativa deben sentirse protagonistas y participar
para resolver sus discrepancias desde el diálogo poco puede conseguirse.
También es básico entender que se trata de un “proceso”, que llevará tiempo y
que, nunca termina pues de lo que se trata es de ser capaz de mantener ciclos
más o menos continuos de mejora. Tan perjudicial puede resultar el “inmovilismo”
de quienes piensan que todo lo hacen bien y que no son necesarios los cambios,
como el de los que tratan de conseguir “todo y ya”. La ausencia de las
habilidades, las actitudes y los conocimientos que sustentan la elaboración de
un plan de mejora específico, se configura como otra gran barrera sobre la que
es necesario incidir antes de querer introducir cambios concretos en la vida de
las aulas o del centro relativos a prioridades sentidas por la comunidad
educativa (Ainscow et al., 1994).
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